Refugiados

En memoria...Feliz día de Reyes.

16:29Ángel López

No hay mayor religión que la ayuda humanitaria. 

Trabajar por el bien común es el mayor credo.”



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Hacía varios minutos que el dolor y el intenso frio habían cesado. Prácticamente, ya no sentía. Eso le permitió, pensar, recordar.

Se acordó de su colegio y de su último profesor, de lo mucho que le gustaba el nuevo maestro, era distinto, más joven que el anterior, había viajado por el extranjero y aquello lo hacía muy especial, contaba cosas prodigiosas, casi mágicas, de aquellos países…

Visualizó el patio y pudo ver con precisión la portería, aquella que estaba dibujada sobre el muro, con su torcido palo derecho, coloreado en el ocre generado por el roce de aquellas piedras con las que mancharon la pared. Se acordó de aquel gol que metió su compañero de pupitre a pase suyo y que les hizo ganar el último partido. También recordó el boquete del muro, que pudo ver unas semanas después, casualmente, en el mismo lugar por el que había entrado el balón en aquel último encuentro.

Su mente se nubló y a punto estuvo de desvanecerse. Pero la recuperó, logrando que volara hasta el momento de la marcha. Tuvo una sensación muy extraña ese día. Era la primera vez que iban a viajar a un sitio lejano y lo harían a pie, sin el viejo coche de su padre que, destrozado, seguía en el fondo del callejón casi partido en dos. Su madre le entregó unas grandes botas, nada que ver con sus ligeros zapatos de lona que también guardó en el petate. “Dos juguetes, puedes llevar, dos juguetes, pero que no pesen, allí habrá más” —le dijo.

Resonaron en su cabeza las palabras de su tío, al que tanto deseaba conocer, el que vivía en España y al que pudo escuchar tenuemente por el móvil de su padre días antes de la salida. “Aquí, estaréis muy bien. Los niños, los que mejor. Fíjate cómo son aquí las cosas que hasta les traen regalos unos Reyes Magos por Año Nuevo…”. Con lo que a él le gustaba recibir regalos…

Le vino a la mente el sabor áspero y desabrido de aquella sopa que su madre preparó la noche anterior, la había elaborado con setas y tallos recogidos por el camino que, con meticulosidad, fue mezclando con alguna especia que aún conservaba. Estaba horrible pero no tuvo valor de reprochárselo, al contrario, le dijo que le gustaba. Bastante apenada parecía ya la pobre –por no hablar de las rozaduras y heridas de sus pies– como para preocuparla con sus lamentos que, además, de nada habrían servido. Por un fugaz momento hasta pudo sentir su olor cuando le arropaba por las noches en su casa de Alepo. Y también le pareció aspirar el aroma del tabaco de la pipa siria de su padre. “Agárrate al tablón, vendrán a buscarte” —es lo último que le escuchó. Cuánto le querían, pensó.

El golpe impetuoso de una nueva ola le perturbó y le extrajo de aquellos sus últimos pensamientos, volvió a sentir ese frio extremo y la humedad, solo fue un instante, luego un dolor muy intenso irradió del pecho al exterior recorriendo su pequeño cuerpo, un zumbido en la cabeza atronador, luego silencio… se hundió.



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Su tío, a pesar de que no entendía muy bien la festividad de los Reyes Magos y le parecía una cosa rara, propia de la sociedad y cultura de los padres españoles, le compró unos regalos. Los envolvió con el papel más atractivo que encontró y los puso a los pies de una especie de árbol de navidad que con unas pocas bolas rojas improvisó sobre una planta que tenía en casa.  Allí estuvieron semanas, esperando a su destinatario, que jamás los recogió.


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Se podría decir que los Reyes Magos, esa cosa rara de la sociedad y la cultura de los padres españoles, cumplieron con aquel niño sirio. O no, porque esta vez no era suficiente con ponerle unos regalos en el árbol. Esta vez, ese niño, todos esos niños, necesitaban que alguien se los hubiera llevado.

Definitivamente, los Reyes Magos, los de la sociedad y cultura de los padres españoles, han fallado a ese niño, a esos niños, y cuando una sociedad, una cultura, falla a los niños, no lo duden, está fallándose a ella misma.

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En memoria de los miles de niños refugiados que no han conseguido llegar para recoger sus regalos.

En memoria de los miles de niños refugiados que no hemos conseguido traer a recoger sus regalos.

Feliz día de Reyes.

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DONATIVOS: Existen muchas formas para hacer un donativo. Apunto una de Oxfam Intermón, que me parece  de las más sencillas. Es suficiente con enviar un SMS con el texto SIRIA al 28018*

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